Spread the love El mundo asiste asombrado a la repentina interrupción del vuelo de Simone Biles, la gimnasta de 24 años que estaba predestinada a convertirse en la reina de los Juegos. No se ve en condiciones para competir, para hacer lo que tan maravillosamente ha hecho casi toda su vida, desde el día que, con seis años, se fue de excursión y acabó en el Bannon Gymnastix de Spring, Texas. No estará por el momento en la final por equipos por un problema de “salud mental” que se extiende como una mancha de aceite por el deporte de élite en los últimos tiempos. O simplemente es que ahora aflora y se hace público. Las estrellas, sobre todo en Estados Unidos, divulgan sus dudas, sus miedos, su parálisis frente a la competición y la vida. No importa cuánto ganan, ni cuánta experiencia poseen. Llegan a la cancha, a la piscina, al gimnasio y se les cae el mundo encima. Navegación de entradas Los mexicanos Kevin Berlín y Diego Balleza se gradúan en los Juegos Olímpicos Caeleb Dressel gana el oro en la final de 100 libre más rápida de la historia