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Caeleb Dressel echó mano de un truco del campeón para salir del atolladero de los últimos 10 metros y ganar la final de 100 libre más rápida de la historia con una marca de 47,02s. Sin respirar, apretando los dientes y empujándose con una sucesión de brazadas de emergencia que le mantuvieron a salvo de Chalmers y Kolesnikov, el líder de la natación estadounidense tocó la placa en 47,02s, cuarta mejor marca de siempre, y se aferró al oro en la prueba que conecta a los nadadores con la leyenda más profunda del olimpismo. Las cuentas de Popov, Spitz, Schollander, Weissmuller y Kahanamoku se unieron a la de Dressel en el hilo del collar del campeón del 100. Fue el primer oro del estadounidense en prueba individual en los Juegos de Tokio y debió saberle a liberación.

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